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Sin dudas que el nuevo formato del Zurich Classic en New Orleans dio mucho que hablar. No solo porque hacía mucho tiempo que no se veía un torneo por parejas en el circuito, sino por los beneficios que le brindaba a los ganadores. Apenas se anunció el cambio en las condiciones de juego, aparecieron dos parejas que hicieron mucho ruido. Rickie Fowler iba a jugar con Jason Day y los medallistas olímpicos Rose y Stenson también formarían pareja, pero el resultado marcó lo que muchos esperaban. Ninguna de las parejas pasó el corte. Alguna vez me habrán escuchado decir que todo aquel que llega al PGA Tour es un súper jugador, pero no todos logran mantenerse, y muchos de ellos ni siquiera llegan a ganar. Esto ocurre un poco por juego, pero fundamentalmente por el aspecto mental. No todos tienen la fortaleza necesaria para aguantar la presión que significa jugar en el grupo final, o simplemente porque les cuesta cerrar el torneo. Este juego de dobles le quita al jugador toda esa presión y el solo hecho de saber que tenés un compañero sirve para que todos estén más relajados. Es por eso que me parecía muy probable que alguna pareja de jugadores no tan conocidos ganara el título, o que jugadores que no estaban jugando en su mejor nivel pudieran sobresalir esta semana. El experimento dejó contentos a muchos, mientras que a otros le sigue pareciendo un exceso tener los mismos beneficios que otorga un torneo normal del tour. Veremos qué deciden hacer los organizadores para las próximas ediciones en New Orleans.