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Imagínense jugar un torneo en St.Andrews. Ahora imagínense que usted es jugador profesional y nunca ganó en el circuito. Piense por un instante que lo gana y que al año siguiente vuelve al mismo lugar y llega al día final siendo el líder con 5 de ventaja. El imponente club house de la R&A detrás del tee del 1 y el anuncio del starter. No importa como te llames los nervios aparecen, pero nuestro líder pega un golpe de salida perfecto. La bandera está lejos del arroyo que custodia al green, pero el segundo golpe es corto, pica en el green y retrocede hasta caer al agua. Una pesadilla, pero nuestro líder lo resolvió embocando desde atrás del agua para salvar el par. Así comenzó Tyrrell Hatton el domingo su defensa del título en el Dunhill Links Championship. El inglés, un fabuloso jugador de green, jugó en forma impecable de allí en más y solo Ross Fischer intentó ponerle presión con una de esas rondas con las que uno sueña. En un día sin nada de viento en el Old Course Fisher había anotado 11 birdies en los primeros 16 hoyos y salvó el par en el 17. Nunca en la historia del European Tour alguien había hecho 59 y era difícil de creer que esto sucediera justo en St.Andrews. El inglés pegó un drive perfecto y dejó la pelota en el frente del green. Tenía que embocar para la hazaña, pero dejó su putt un metro corto, desde donde también falló para terminar con 61, lo que es una nueva marca para el Old Course. No fue el único récord de la semana, ya que el viernes con viento y lluvia Tommy Fleetwood se despachó con 63 en Carnoustie, algo que jamás nadie había logrado en una de las canchas más difíciles del mundo. Nada de esto inquietó a Hatton que no hizo ningún bogey en los últimos 55 hoyos logrando así el segundo título de su carrera. Es el sueño de todo golfista ganar en St.Andrews. Hacerlo dos veces debe parecer un sueño.