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Pasó el Open y seguimos repasando las canchas que visité hace pocas semanas. Si bien había estado y caminado Royal Troon, nunca había tenido la oportunidad de jugarla. No era muy fanático de la cancha, aunque ahora que la jugué mi opinión ha cambiado bastante. Como muchas de estas canchas, los primeros 9 hoyos de Troon se alejan del house para pegar la vuelta en el tee del 10. La cancha abre con 3 par 4 pegados al mar que no dicen mucho y que son un especial de bienvenida, pero a partir del par 5 del 4 empieza a mostrar las uñas. Mis dos hoyos favoritos de la ida son los dos par 3, bien diferentes ambos. El 5 es un monstruo de hoyo y desde el tee de campeonato mide 210 yardas. El green bien protegido por bunkers y totalmente expuesto al viento es un objetivo difícil de alcanzar. El otro es el famoso Postage Stamp, de tan solo 123 yardas y con uno de los greens más difíciles de acertar. Resulta increíble estar en el tee, con el green apenas por debajo del nivel de donde uno está parado y no tener la certeza de poder acertarlo. El bunker de la izquierda puede ser una trampa mortal. El regreso me pareció bastante más exigente, con golpes de salida ciegos en el 10 y 11 que hacen de esos dos par 4 un gran desafío. Otra vez los dos par 3 del regreso me dieron la impresión que sobresalen sobre el resto, pero el 18 creo que se lleva todos los aplausos. Un par 4 brutalmente difícil, con fuera de límites a escasos centímetros de donde termina el green y en donde uno no puede no recordar a Greg Norman. Vale la pena jugar Royal Troon y mi único consejo es que ni se les ocurra hacerlo del fondo en los 9 de vuelta si el viento sopla en contra. La pueden pasar mal.